![]() |
el melocotón se hizo amigo del eucalipto |
![]() |
por aqui debe haber quedado mi colador! |
Un día el Jetsun Milarepa bajó en busca de alimentos y limos¬nas desde la "Cueva de la Gran Luz" hasta la Villa Feliz de Mang Yul. Al ver a mucha gente reunida en el centro del poblado, le dijo: "Amados benefactores, por favor denme algún alimento esta mañana". Ellos preguntaron: "¿Eres tú el yogui de quien todos hablan, que en un principio residía en Ragma?" Él replicó: "Sí, yo soy". Entonces surgió en todos un gran respeto interno y gritaron: "¡Ah, aquí viene el famoso yogui!"
Entre ellos había una pareja que no tenía hijos. Invitaron a Milarepa a su casa y le sirvieron diciéndole: "Amado lama, ¿dónde están tu hogar y tus parientes?" Milarepa contestó: "Soy un pobre mendigo que ha dejado a sus parientes y a su tierra nativa y que, también, ha sido abandonado por ellos mismos". "Si ése es el caso", dijeron ellos, "¡te adoptaremos en nuestra familia! Tenemos una buena faja de tierra que podemos darte; luego podrás casarte con una mujer atractiva, y pronto tendrás familia". Milarepa replicó: "No tengo necesidad de estas cosas; te diré por qué".
Al principio hogar y tierras parecen placenteros;
¡pero son como escarpelo que lima nuestro cuerpo,
nuestra palabra y nuestra mente!
¡Llegan a ser como un fatigoso labrar y cavar!, y cuando
la semilla plantada no retoña nunca, ¡se ha trabajado en vano!
¡Al final eso se torna tierra miserable, desolada y abandonada,
lugar de espíritus hambrientos y de fantasmas voraces!
Cuando pienso en el almacén para embodegar acciones pecaminosas
se me encoge el corazón; ¡no quiero estar en esta prisión de lo pasajero,
no deseo juntarme con vuestra familia!
El matrimonio le dijo: "¡Te rogamos que no hables así! Te encontraremos una buena muchacha de familia prominente que sea digna novia tuya y que se acomode a tu gusto. Por favor, considé¬ralo". Milarepa cantó:
La mujer es al principio como un ángel celestial;
mientras más la miras, más quieres verla.
A edad mediana tórnase en demonio con ojos de cadáver.
Si le dices una palabra, te espetará dos;
te jalará de los cabellos y golpeará tu rodilla;
si la golpeas con tu bastón, te dará un golpe con el cazo.
Al final de la vida se vuelve una vaca vieja sin dientes,
¡sus airados ojos arderán con fuego demoníaco
penetrando hondo en tu corazón!
Me mantengo alejado de mujeres para evitar peleas y querellas,
no apetezco esa joven novia que ustedes han mencionado.
Entonces el esposo dijo: "Querido lama, es cierto que cuando se envejece y se acerca la muerte ya no se tiene la misma capacidad para disfrutar de la vida ni para gozar tanto como cuando se era joven. Pero si no tengo hijo, mi pena y disgusto serán insoportables. ¿Por qué no tú? ¿Acaso no necesitas para nada un hijo?" Milarepa, en respuesta, cantó:
Cuando joven, un hijo es como un príncipe de los cielos;
tanto lo amas que difícilmente soportas la pasión.
A la edad mediana se torna rudo y exigente,
y aunque le des todo, siempre querrá más.
A sus propios padres arroja de su casa,
invitando en su lugar a su encantadora dama.
Su padre lo llama, pero él no responde;
su madre llora, mas él no la escucha.
Luego los vecinos ventajosos murmuran y cuentan mentiras.
De este modo aprendí que quien un día fue nuestro hijo,
tórnase luego en nuestro enemigo.
Con esto en la mente, renuncio a las ligaduras del samsara.
No tengo apetito de hijos ni sobrinos.
Ambos, esposo y esposa, estuvieron de acuerdo con él y repli¬caron: "Lo que has dicho es realmente una verdad. Algunas veces nuestros propios hijos se tornan enemigos. Tal vez sea mejor tener una hija. ¿Qué piensas de esto?" En respuesta, Milarepa cantó:
Cuando joven, una hija es como un ángel celestial,
más atractiva y preciosa que las joyas.
A edad mediana es buena para nada.
Ante su padre, abiertamente se lleva las cosas;
en secreto y a espaldas de su madre, pilla lo que puede;
si sus padres no la miman y satisfacen todos sus deseos,
sufrirán su rudeza y mal humor.
Al final, con su cara enrojecida, tomará el mando.
Lo óptimo será que sea servicial y devota con los otros;
lo pésimo, que acarree desastres y contratiempos.
Las mujeres siempre son causa de líos;
con esto en mente, uno evitará desgracias irreparables.
Por las mujeres, fuente primaria del sufrimiento,
no siento apetito.
Luego, esposo y esposa dijeron: "Tal vez uno no necesite hijos ni hijas, pero sin parientes la vida será miserable y desamparada, ¿no es así?" Milarepa cantó nuevamente:
Al principio, cuando un hombre complace a sus parientes,
está feliz y contento; los sirve con entusiasmo,
los entretiene y charla con ellos;
luego, comparte su carne y su vino.
Cuando algo les ofrece, recibe reciprocidad.
Al final, son causa de odios, codicias y amarguras;
son fuente de infelicidad y de pesares.
Con esto en mente, renuncio a los gratos y sociables amigos;
no apetezco parentelas ni vecinos.
Luego, la pareja dijo: "Ciertamente, uno quizá no necesite de los parientes. Sin embargo, como tenemos tantas propiedades, ¿no te gustaría tener alguna y cuidarla?" Milarepa replicó: "Tal como el Sol y la Luna que no cesan de brillar sobre pequeños luga¬res, así yo me dedico al bienestar de todas las criaturas sensi¬bles. Por lo tanto, no podría convertirme en miembro de vuestra familia. Con sólo mirarme, ambos se han beneficiado tanto en esta vida como en sus vidas futuras. Haré votos por que nos encontremos en la Tierra Pura de Oujen". Milarepa entonó otro canto:
Al principio, la riqueza nos regocija
y hace que otros nos envidien.
No importa cuánto tengamos, nunca sentiremos que es bastante,
hasta que ya estemos atrapados por el demonio de la miseria.
Entonces será ya difícil gastarlo en actos virtuosos.
La riqueza atrae enemigos y excita a los fantasmas.
Trabajamos con ahínco para reunir riquezas que otro gastará;
al final se lucha entre la vida y la muerte.
Amasar riqueza y dinero invita al enemigo;
por ello he renunciado a las ilusiones del samsara.
No siento apetito de tornarme víctima de demonios tramposos.
Estos cantos dieron a la pareja una inquebrantable fe en Milarepa y por ello repartieron sus posesiones para bien del dharma. Comenzaron a practicar las enseñanzas del Jetsun y por siempre fueron exonerados de volver a caer a los tres reinos bajos. Cuando murieron entraron al sendero (bodhi) y paso a paso, se acercaron al estado búdico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario