El hombre que tenía cara de madera
Cuando Lie-Tse completó sus estudios con el inmortal Anciano Shang y su amigo el sabio Po-hun, se estableció al sur de la ciudad. Poco después era asediado por visitantes y discípulos ilusionados. A veces, la casa de Lie-Tse estaba abarrotada con centenares de personas.
Lie Tse acogía su compañía y disfrutaba hablando con ellas todo el día. En la puerta contigua de su casa vivía un hombre llamado Nan-kuo-tse. Durante los veinte años en que fueron vecinos, Lie Tse y ese hombre nunca se habían saludado. Si se cruzaban en el camino, Nan-kuo-tse pasaba como si Lie Tse no estuviera allí. Los amigos de Lie Tse se imaginaban que los dos hombres eran enemigos.
Cuando alguien preguntó a Lie Tse sobre su vecino, este respondió: "El rostro de Nan-kuo-tse está lleno pero su mente habita en la vacuidad. No oye nada, así que no es distraído por lo que sucede a su alrededor. No ve nada, así que no es atraído hacia las cosas que lo rodean. No dice nada, así que nunca discute con nadie. Su espíritu está en calma, de forma que nada lo perturba. Su cuerpo no se excita y, por tanto, es como una pared desnuda. Alguien como él no quiere ser molestado por nadie ni por nada, así que no tiene sentido intentar entrar en contacto con él".
No obstante, Lie Tse decidió visitar a su vecino. Un gran grupo de amigos y discípulos lo siguieron cuando entró en casa de Nan-kuo-tse. Al entrar, vio a este sentado como una figura de arcilla. Su rostro era tan inexpresivo como un pedazo de madera. Sus ojos estaban en blanco y su cuerpo estaba inmóvil. Sin duda alguna, no era alguien a quien se pudiera hablar. Ni siquiera Lie Tse tenía forma alguna de comunicar con Nan-kuo-tse.
Mientras que todo el mundo permanecía en pie sin saber qué hacer, Nan-kuo-tse miró a los discípulos que estaban detrás y les espetó repentinamente: "Todos vosotros sois arrogantes y competitivos". La multitud quedó aturdida. Cuando todos regresaron a casa de Lie Tse, le preguntaron: "¿Qué ha ocurrido?".
Lie Tse respondió: "Si podéis ver la intención, no tendréis necesidad de utilizar la palabra para comunicar. El sabio no necesita hablar a la gente para entender su intención. Además, no necesita servirse de las palabras para comunicar su propio propósito. A esto se llama decir nada. La persona iluminada puede también sentir la verdad sin tener que pasar por la deducción o el razonamiento. A esto se llama no saber nada y, no obstante, saberlo todo. Nan-kuo-tse parece que no ve, que no oye y que no sabe. Sin embargo, lo ve todo, lo oye todo y lo sabe todo. Para él, no existe separación entre ver y no ver, oír y no oír, actuar y no actuar, o conocer y no conocer".
"La verdadera comunicación no siempre necesita del dircurso o de la acción. Las personas iluminadas comunican a través del espíritu y no necesitan transmitir sus intenciones a través del sonido y del movimiento. En consecuencia, la forma en que comunican es más eficaz que la de las personas ordinarias".
escuchando silencios ... pretendidos haikus ... nacen desde la floresta ...
Los peces nacen en el agua, el hombre nace en el Tao.Si los peces, nacidos en el agua, buscan la sombra profunda del estanque o la alberca, todas sus necesidades son satisfechas.Si el hombre, nacido en el Tao, se hunde en la profunda sombra de la no-acción, para olvidar la agresión y las preocupaciones, no le falta nada, su vida es segura.
Moraleja: "Todo lo que necesita el pez es perderse en el agua.Todo lo que necesita el hombre es perderse en el Tao".
Moraleja: "Todo lo que necesita el pez es perderse en el agua.Todo lo que necesita el hombre es perderse en el Tao".
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