Los peces nacen en el agua, el hombre nace en el Tao.Si los peces, nacidos en el agua, buscan la sombra profunda del estanque o la alberca, todas sus necesidades son satisfechas.Si el hombre, nacido en el Tao, se hunde en la profunda sombra de la no-acción, para olvidar la agresión y las preocupaciones, no le falta nada, su vida es segura.
Moraleja: "Todo lo que necesita el pez es perderse en el agua.Todo lo que necesita el hombre es perderse en el Tao".

AVISO

queridos amigos los haikus que humildemente escribo están en este sitio: www.haikusilvestre.wordpress.com
gracias ! Namasté

6 ene 2011

un cuento contado por Osho

Un ladrón entró en su casa. Mulla estaba durmiendo, no de verdad, sólo con los ojos cerrados, medio abriéndolos y viendo lo que el ladrón estaba haciendo. Pero él no creía que se debiera interferir en el trabajo de la gente. El ladrón no estaba interfiriendo en su sueño, ¿por qué tenía él que interferir en su profesión? ¡Que hiciera lo que tuviera que hacer!


El ladrón estaba un poco inquieto porque ese hombre parecía raro. Mientras vaciaba la casa, a veces algo se le caía de las manos con estrépito, pero Mulla permanecía completamente dormido. Una sospecha apareció en la mente del ladrón: que esta clase de sueño sólo es posible si el hombre está despierto. «¡Qué hombre tan extraño! No dice nada ¡Estoy vaciándole la casa entera!»

Todos los muebles estaban afuera, todas las almohadas estaban afuera, todo lo que había en la casa estaba fuera.

Y cuando el ladrón estaba recogiendo todo, atándolo para llevárselo a casa de repente sintió: «Alguien me está siguiendo». Miró hacia atrás; era el mismo hombre que estaba dormido. El dijo, «¿Por qué me estás siguiendo?

Mulla respondió, «No, yo no te sigo; estamos cambiando de casa. Lo has cogido todo. ¿Qué voy a hacer en esta casa? O sea que yo también voy contigo».

El ladrón estaba preocupado, dijo: «Perdóname, toma tus cosas».

Mulla dijo: «No, no es necesario. También yo pensaba en cambiarme de casa, ésta está casi en ruinas. No se puede tener peor casa que ésta. Y, de todos modos, soy un hombre muy perezoso. Necesito que alguien me cuide y tú te lo has llevado todo. ¿Por qué me dejas aquí?».

El ladrón se asustó… había estado robando toda su vida, nunca se había cruzado con un hombre así. Dijo: «Puedes coger tus cosas».

Mulla contestó: «No, no cambiaremos nada. Tendrás que llevarte las cosas; en caso contrario, iré a la policía. Me estoy portando como un caballero, no te estoy llamando ladrón, solamente eres un hombre que me está ayudando a cambiar de casa».

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