Sabiduría |
Una pareja de pelo cano se sienta en un banco del parque,
Leyendo el periódico, discutiendo las noticias del día.
El repite un poema, aprendido en su juventud;
Ella termina la estrofa mientras él asiente complacido.
Al crepúsculo, el aire parece más despejado que al medio día.
En el pasado, los educadores enfatizaban la memorización. Todavía puedes conocer gente mayor capaz de recitar ciertos poemas, pasajes de los clásicos y textos religiosos o fórmulas matemáticas. De hecho, algunos afirman que quienes recuerdan más son más sabios.
La gente joven con frecuencia tiene la manía por más y más información. Pero la mera acumulación no es suficiente. Mientras más se asimila, más son los datos que se necesita manejar. Sin ello, se tiene conocimiento enciclopédico y minúscula sabiduría. La verdadera sabiduría es un valor cualitativo construido sobre una fundación cuantitativa. Los ancianos vitales no se hicieron venerables sólo mediante buena memoria. También aprendieron a manejar esos datos. Mezclaron su conocimiento con una saludable dosis de experiencia, experimentación y contemplación. Toma tiempo intuir las conexiones especiales entre los hechos.
Uno podría decir que la sabiduría no es simplemente un proceso mental sino la suma total de un ser humano.
La cosa más importante de la vida es el afecto humano. Sin él no se puede acceder a una auténtica felicidad. Y si queremos una vida más feliz, unos vecinos más felices o una nación más feliz, la llave del éxito es la calidad interior. (Dalai Lama) |
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