Gotas.
El agua que limpia,
Se acumula en la tierra.
Compasiva. Invasiva. Sutil.
Emerge un río reluciente.
Cuando pequeño, es débil.
Cuando grande, derriba montañas,
Enluciendo grandes acantilados
Arena.
La sabiduría clásica dice que no hay nada más débil que el agua, sin embargo cuando está unida, puede volverse una fuerza titánica. Como un maremoto. O un río que corta a través de desfiladeros. Esto es llamado lo que cede venciendo a lo duro.
Mirémoslo de otra manera. El agua no vence porque cede. Vence porque es incesante. Persevera y no se rinde. Es constante. La roca puede bloquear el agua. La roca puede incluso mantener el agua en un lago por miles de años. ¿Por qué no puede lo que cede vencer a lo duro entonces? Porque no se puede mover. No puede hacer su magia de ser incesante.
Tal como el agua debe ser capaz de manifestar su verdadera naturaleza de un modo incesante, así también debemos expresar simultánea e incesantemente nuestra verdadera naturaleza si hemos de ser exitosos en la vida. Si no, nos encontraremos acorralados por las duras paredes de la realidad, y nunca seremos capaces de abrirnos paso.
¿Pero cómo adquirimos tal perseverancia? Comenzamos pequeños. Como gotas.
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