1. Visión correcta.
2. Emoción correcta.
3. Habla correcta.
4. Sustento correcto.
5. Acción correcta
6. Esfuerzo correcto.
7. Concentración correcta.
8. Meditación correcta.
Quisiera reflexionar un poco sobre el habla correcta. Este principio es de gran importancia. Cuando deseamos convertirnos en budistas, cuando queremos ir al refugio en las Tres Joyas, el Buddha, el Dharma y la Sangha, recibimos cinco preceptos a seguir en nuestra vida. Uno de esos preceptos es: “Musavada Veramani Sikkhapadam Samadiyami”, que en su forma positiva se traduce por “con comunicación veraz purifico mi habla”, es decir, me esforzaré en decir la verdad. De esta manera la comunicación veraz se convierte en nuestro primer acercamiento al camino del habla correcta.
Una vez que hemos hecho nuestros estos cinco preceptos y queremos seguir progresando en el Buddhadharma, entonces buscamos la ordenación, es decir, demostrar que nuestra ida al refugio es efectiva, es auténtica y es sincera. En ese momento se nos dan diez preceptos, tres de los cuales están relacionados con el habla correcta:
Musavada Veramani Sikkhapadam Samadiyami
Con comunicación veraz, purifico mi habla
Pharusavacha Veramani Sikkhapadam Samadiyami
Con palabras amables y afables, purifico mi habla
Samphappala Pavacha Veramani Sikkhapadam Samadiyami
Con expresiones de aliento y armoniosas, purifico mi habla
Esto significa que para progresar espiritualmente debemos cultivar un habla verdadera, amable e inspiradora ¿podemos los practicantes del Buddhadharma utilizar groserías en nuestra comunicación cotidiana? La palabra grosería proviene de grueso, burdo, lo contrario a sutil, fino y delicado. Las groserías evocan estados mentales torpes, agresivos, despreciativos, malintencionados. Esto, por tanto, no es compatible con los preceptos del camino espiritual. El lenguaje soez es aún más inaceptable.
Obviamente la calumnia no tampoco puede ser aceptada como parte de nuestro esfuerzo por mejorar como seres humanos.
¿Podemos los budistas participar en discusiones? Claro que sí. Las discusiones como forma de explorar la verdad, de conocer opiniones diferentes a la nuestra, de progresar en la verdad, son parte importante de la tradición budista, principalmente de la tradición indotibetana. En el budismo tibetano el grado de gueshé, equivalente al doctorado, es obtenido a través de arduas discusiones sobre tópicos muy variados. Tenzin Gyatso, el Dalai Lama, ha confesado humildemente en su biografía las dificultades para aprobar sus exámenes mediante arduas discusiones para obtener el reconocimiento como gueshé.
Obviamente, la discusión debe ser llevada a cabo de manera asertiva, sin insultar ni intentar descalificar la persona del oponente.
Algunas personas, seguidoras del cristianismo o de la nueva era (new age), quisieran creer que todas las religiones son iguales y que todas ellas conducen al mismo destino. Creen que eso es ser tolerante. Si les explicas que el budismo sustenta ideas diferentes a las religiones monoteístas, al hinduismo o a la nueva era, pueden disgustarse. No se dan cuenta que la tolerancia no consiste en creer que todas las religiones son iguales, sino en aceptar que hay personas que pueden sustentar creencias y opiniones diferentes a la nuestra y ser capaces de convivir con ellas.
Algunas de estas personas, al ver que no pueden imponer sus ideas, tenderán a descalificarte como persona, arguyendo, por ejemplo, que eres un fundamentalista o un radical, que eres un erudito sin ninguna practica real, que el conocimiento es incompatible con la práctica espiritual verdadera, etc. Se molestaran si recurres, para mejor explicar tus ideas, al lenguaje de tu tradición (sánscrito o pali). Otros llegaran al extremo de insultarte, utilizando palabras peyorativas o, incluso, lenguaje soez. Algunos trataran incluso de difamarte. Si se enteran de que tienes algún tipo de involucramiento formal con el budismo te acusarán de padecer alguna enfermedad mental o de ser un clérigo pervertido.
El Buddha nos enseña que, en esos casos, no debemos responder al mal con el mal. Como dice el Dhammapada:
“En este mundo el odio nunca se ha extinguido al odiar, el odio se extingue al abstenernos de odiar. Este es el camino del Dharma”.
Al recibir insultos y difamaciones, debemos tomarlos como una oportunidad de practicar la paciencia (ksanti).
Quisiera terminar esta reflexión con algunos versos del maestro Langri Tangpa:
“Cuando vea seres de disposición negativa
o a los que están oprimidos por la negatividad o el dolor,
pueda yo considerarlos tan preciosos como un tesoro,
pues son difíciles de encontrar.
Cuando otros, impulsados por los celos,
me injurien y traten de modos injustos,
pueda yo aceptar la derrota sobre mí,
y ofrecer la victoria a los demás”.
D. Prajnagaruda
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