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Poco antes de morir, vio a su fiel servidor Ananda, llorando. El Buda le aconsejó no llorar, sino comprender la ley universal de que todas las cosas compuestas (incluyendo incluso su propio cuerpo) son impermanentes. Aconsejó a todas las personas a no llorar sobre la desintegración del cuerpo físico, sino a considerar sus enseñanzas (el Dhamma) como su auténtico maestro a partir de entonces, porque sólo la verdad del Dhamma es eterna y no sujeto a la ley del cambio. También hizo hincapié en que la manera de rendirle homenaje, no era la mera ofrenda de flores, incienso, y luces, sino tratando de seguir sinceramente sus enseñanzas. Así es como se espera que los budistas celebren Vesak, aprovechando la oportunidad para reiterar su determinación de llevar una vida noble, desarrollar sus mentes, practicar la bondad amorosa y trabajar para traer paz y armonía a la humanidad.
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