Los peces nacen en el agua, el hombre nace en el Tao.Si los peces, nacidos en el agua, buscan la sombra profunda del estanque o la alberca, todas sus necesidades son satisfechas.Si el hombre, nacido en el Tao, se hunde en la profunda sombra de la no-acción, para olvidar la agresión y las preocupaciones, no le falta nada, su vida es segura.
Moraleja: "Todo lo que necesita el pez es perderse en el agua.Todo lo que necesita el hombre es perderse en el Tao".

AVISO

queridos amigos los haikus que humildemente escribo están en este sitio: www.haikusilvestre.wordpress.com
gracias ! Namasté

24 ago 2010

Ananda el compañero fiel del Buda


Durante los últimos 25 años de su vida, el Buda tuvo siempre la estrecha compañía de su primo Ananda. Según afirmó el Buda, Ananda sobresalía por cinco cualidades. Era el mejor de sus asistentes, era el más avanzado entre aquéllos que habían “escuchado mucho”, tenía la mejor memoria, era el que mejor manejaba la estructura secuencial de las enseñanzas y era el más constante en el estudio. Asimismo, era muy querido en la sangha, a la cual le había dedicado la mayor parte de su vida.

Como no quería que la gente creyera que ayudaba al Buda con la esperanza de obtener un beneficio material, le pidió que jamás le diera nada de la comida que él recibiera, así como tampoco de los mantos que le obsequiaran. Insistió en que no se le diera ningún alojamiento especial y que no se le incluyera en las invitaciones personales con que algunos deseaban agasajar al Buda. Por otra parte, pidió que si él mismo fuera invitado a una comida pudiera transferir la invitación al Buda. Si alguien de fuera viniera a ver al Buda quería tener el privilegio de presentar a esa persona. Además, si acaso llegara a tener alguna duda acerca del Dharma, pedía poder hablar con el Buda sobre ello en cualquier momento. Finalmente, si el Buda diera un discurso y él estuviera ausente, le solicitaba que tuviera la amabilidad de repetirlo cuando se encontrara presente. Él Buda aceptó sus condiciones con mucho gusto.

La relación que Ananda tenía con el Buda no era exclusivamente la de un sirviente. Era un amigo, un compañero y también su secretario. Tenían una amistad cálida y estrecha. Él le llevaba agua al Buda para que se lavara la cara y un utensilio para que se limpiara los dientes. Le arreglaba el asiento, le lavaba los pies, le daba masaje en la espalda, lo abanicaba, barría su dormitorio y le remendaba los mantos. Lo cuidaba mientras dormía y se mantenía al alcance por si requería alguna cosa. Lo acompañaba cuando caminaba alrededor de donde se ubicaban los monjes y siempre revisaba si éstos no habían olvidado algo después de las reuniones. Llevaba los mensajes del Buda y convocaba a los monjes cuando éste quería hablar con ellos (a veces, incluso, a media noche). Si el Buda estaba enfermo él le llevaba la medicina. Una ocasión en que un monje había enfermado de disentería y sus compañeros no lo atendieron, el Buda y Ananda lo lavaron y lo llevaron a un sitio donde pudiera descansar.

Cerca de la muerte del Buda

se dirigió a los monjes y les dijo que todos los budas del pasado habían tenido un asistente como Ananda y que lo mismo sucedería con los budas del futuro. Asimismo, añadió que Ananda siempre fue muy sabio. Él sabía cuándo era el mejor momento para que los monjes, las monjas y los practicantes laicos vinieran a ver al Buda y cuándo el tiempo era propicio para que hicieran lo mismo los reyes, los ministros reales y los líderes de otras escuelas y sus discípulos. Aun más, les dijo que “Ananda tiene cuatro cualidades sobresalientes y maravillosas. ¿Cuáles son? Si un grupo de monjes viene a ver a Ananda se sienten complacidos con tan sólo encontrarle; cuando Ananda les habla del Dharma se sienten también complacidos y si permanece en silencio se sienten desilusionados y lo mismo sucede con las monjas y con los practicantes laicos, hombres y mujeres” (Íbid.).

Cuando Ananda tenía 120 años comprendió que su fin estaba cerca. De modo que planeó un viaje de Rajagraha a Vaishali, tal como había hecho el Buda. Cuando se enteraron de esto el rey de Magadha y los príncipes de Vaishali se apresuraron a reunirse con él, cada uno desde donde se encontraba, para desearle un buen viaje. Como quería hacer justicia a ambos sitios, Ananda se elevó por el aire utilizando sus poderes psíquicos y dejó que el fuego consumiera su cuerpo. Después, sus reliquias se dividieron y se erigieron sendas estupas. Era típico de la gentil habilidad de Ananda evitar que se suscitaran pleitos por su causa y eso fue lo que hizo, incluso en el caso de lo concerniente a sus ritos fúnebres y sus restos.

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