Los Budistas de los días presentes miran al exterior en lugar de interiormente
y dentro de sus propias mentes. Ellos se apegan por su propia voluntad a la
forma y al mundo – que es la violación de la verdad.
El Buda se refiere a las arenas del Ganges en esta forma: estas arenas son
pisadas y caminadas por todos los Budas, Bodhisattvas, Sakrendra, y otros
devas, pero las arenas no están felices por eso; de nuevo ellas son pisadas y
andadas por las vacas, las ovejas, los insectos, y las hormigas, pero las
arenas no se irritan; puede que ellas escondan toda clase de tesoros y
sustancias perfumadas, pero no las codician para sí mismas; ellas pueden que
estén manchadas con toda clase de suciedades y materiales fétidos, pero ellas
no sienten hastío. Una actitud mental de esta naturaleza es la del que ha
realizado el estado de mushin (“estar libre de los apegos mentales”).
Cometer malignidades o practicar la bondad, ambos son el resultado del
apego a la forma. Cuando las maldades son cometidas por estimar el apego a
la forma uno tiene que sufrir la trasmigración; cuando la bondad es practicada
por estimar el apego a la forma, uno tiene que ir a través de una vida de
penalidades. Es mucho mejor por lo tanto ver todo al instante en la esencia
del Dharma a medida que la oyes y percibes cuando se expone.
Por Dharma entendemos la Mente, porque no hay Dharma aparte de la Mente.
La Mente no es otro que el Dharma, porque no hay Mente aparte del Dharma.
Esta Mente en sí misma es no-mente (mushin), y no hay no-mente tampoco.
Cuando la no-mente es buscada por una mente, esto la hace un objeto
particular de pensamiento. Hay solamente el testimonio del silencio, y va más
allá del pensamiento. Por lo tanto se dice que [el Dharma] corta el camino a
las palabras y pone final a toda la forma de actividad mental, especialmente
el pensar.
del El Sermón de Obaku (Huang Po) del Tratado sobre los
Esenciales de la Trasmisión de la Mente.
(Denshin Hoyo)
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