Dirijíame a la ciudad para vender
las hierbas que había recogido.
En el camino, junto a la Puerta Azul,
descansé bajo unos árboles
Por la carretera venía un jinete
en su cabalgadura,
Dejaba ver un rostro pálido,
con un extraño aspecto de temor.
Amigos y parientes le aguardaban
para decirle adiós;
Se agolparon a su lado,
pero él no osó detenerse.
Asombrado, pregunté entonces
a la gente que me rodeaba
Su identidad, y qué era
lo que le había ocurrido.
Me explicaron que había sido
un Consejero Privado
Cuyas graves tareas lo convertían
en pivote del Estado.
Su mesada por alimentos
era de diez mil en numerario;

Tres veces al día
el Emperador iba a su casa.
Ayer, su consejo
era buscado por el Trono;
Hoy ha sido desterrado
al país de Yai-chou.
Asi ocurre siempre
con los Consejeros de los Reyes;
Favor y ruina se alternan
entre el alba y el ocaso!

Verde, verde - es el césped
en el suburbio oriental;
Y por entre el césped,
una senda conduce a los cerros.
Descansando en paz
entre las blancas nubes,
Puede el ermitaño dudar
de que ha escogido lo mejor?

Po Chü-I