La conducta, como todas las cosas, aborrece el vacío. Cuando abandonamos un hábito negativo, es necesario cultivar uno positivo. Si no lo hacemos, otro hábito similar lo remplazará, surgido de la acumulación de nuestras tendencias kármicas. Por esta razón es que frecuentemente las personas que dejan las bebidas alcohólicas comienzan a fumar, o las personas que dejan de fumar consumen dulces o goma de mascar.

Sin embargo, este ‘efecto del vacío’ puede utilizarse hábilmente. Cuando abandonamos un hábito negativo, abrimos espacio en nuestro comportamiento para que florezca un nuevo hábito positivo. Así mismo, al desarrollar un nuevo hábito positivo, desplazamos un hábito negativo.

Si las conductas anterior y posterior se relacionan entre sí en materia de objeto, método, y circunstancia, el efecto es más poderoso. Por ejemplo, si dejamos de fumar (que implica inhalar y exhalar humo, utiliza los dedos y la boca, y se practica en ciertas circunstancias), podemos adoptar la recitación de mantras durante esos momentos en que acostumbrábamos fumar, recitando el mantra silenciosamente al inhalar y exhalar, y contando las repeticiones con un rosario o mala.

Los votos pareados (uno de abstención y otro de adopción) son muy comunes en la práctica del Dharma, pues son complementarios y facilitan la conformidad. Los votos pareados constituyen un medio hábil.