Un momento del ‘yo’ se convierte en la base y apoyo de la continuidad del sufrimiento. ‘Yo’ y ‘lo mío’ son el origen de todas las preocupaciones ordinarias. Debo acostumbrarme a ver el cuerpo y la mente como realmente son: colecciones de forma, sensación, percepción, formaciones, y conciencias —impermanentes, condicionadas, y vacías. ‘Yo’ no soy estos cinco conjuntos. Al abandonar la falsa creencia en el ‘yo’, espontáneamente descarto las emociones afligidas que genera.
Entre los proverbios del Entrenamiento Mental (lojong), hay uno que reza: "Asigna toda culpa a uno solo." No es ésta una instrucción para que me culpe a mí mismo por mis problemas, sino una afirmación clara de que todo sufrimiento surge del falso ‘yo’, ese personaje dramático que he creado y con el cual me identifico.
La iluminación consiste en ver el drama tal como es, apreciando los personajes, admirando el escenario, y sabiendo que la acción es sólo el libreto de las causas y condiciones que he ido escribiendo con mis pensamientos, palabras, y obras.
En cualquier momento, puedo encender la luz y marcharme a casa. Es sólo una función.
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