Merece especial atención puesto que en la ofuscación enraízan muchos errores de la mente y de la misma sólo emerge ofuscación. A menudo, es causa de desdicha propia y ajena, ya que fortalece tendencias neuróticas como la desmesurada avidez y la marcada aversión. La avidez se traduce como codicia, ambición desmedida, avaricia, aferramiento y apego; la aversión, como antipatía, odio, rabia, irascibilidad, malevolencia e incluso crueldad. La ofuscación distorsiona y oscurece la visión mental, embota la conciencia, frena el propio desarrollo, perturba las relaciones con uno mismo y con las otras criaturas, origina discordia, vínculos afectivos insanos (basados en la simbiosis, el dominio o la dependencia mórbida) y entendimiento incorrecto. La ofuscación empaña la mente e induce a la persona a preocuparse por trivialidades, así como a poner el acento en lo banal o insustancial, dejando de ocuparse de lo más esencial o sustancial. La ofuscación crea una especie de neblina en la mente que turba y perturba, desorienta y condiciona a la persona de tal manera que toma lo insustancial por lo esencial y lo superficial por lo profundo. La ofuscación puede conducir a la necedad, la visión oscurecida y distorsionada, la ausencia de discernimiento y sabia reflexión, la conducta mental, verbal y de acción incorrecta. Induce al error en las apreciaciones, engendra división y conflicto, impide el noble autodominio y puede ser una gran atadura de la mente.
Debido a la ofuscación, una persona es malevolente y egoísta, e incurre en destructivos modos de sustentamiento (explotar, traficar con sustancias peligrosas, denigrar a otras criaturas y un largo etcétera de innobles modos de sustentarte). La persona ofuscada se aferra a opiniones personalistas, estrechos puntos de vista y una maraña de ideas por las que puede llegar a vulnerar a los demás; la ofuscación puede conducirla a creer que detenta el monopolio de la verdad.
La ofuscación frustra la comprensión clara, y sin comprensión clara no hay correcto hablar ni proceder. La ofuscación de la mente desorienta, produce arrogancia, negligencia, y puede inducir a la persona a ver lo que no es y a extraviarse en sus propias creaciones mentales, en su universo mental de luces y de sombras, de suspicacias y susceptibilidades, juicios y prejuicios y, en suma, una urdimbre de difusas presuposiciones. La ofuscación impide ver lo que es, o cuando menos lo distorsiona.
Enraíza sobre falsos puntos de vista, enturbia la percepción y descarría la atención y la reflexión, incluso haciendo que la persona tome por incorrecto lo que no lo es y por correcto lo que es incorrecto. La ofuscación debilita la luz de la mente o incluso llega a apagar la lámpara del discernimiento. Hay grados, no obstante, de ofuscación, pero ésta nos impide ver lo acertado como acertado y lo incorrecto como incorrecto y de ese modo también condiciona la palabra y el comportamiento.
(Las zonas oscuras de tu mente - Ramiro Calle - pag.22)
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