Los peces nacen en el agua, el hombre nace en el Tao.Si los peces, nacidos en el agua, buscan la sombra profunda del estanque o la alberca, todas sus necesidades son satisfechas.Si el hombre, nacido en el Tao, se hunde en la profunda sombra de la no-acción, para olvidar la agresión y las preocupaciones, no le falta nada, su vida es segura.
Moraleja: "Todo lo que necesita el pez es perderse en el agua.Todo lo que necesita el hombre es perderse en el Tao".

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queridos amigos los haikus que humildemente escribo están en este sitio: www.haikusilvestre.wordpress.com
gracias ! Namasté

14 abr 2011

Ganesh



En Asia, la historia de los hombres y los elefantes es ejemplar.

Considerado como un dios, el elefante es un animal sagrado y venerado desde hace más de 5.000 años. En el nacimiento del mundo, Brahma - dios creador en la religión hindú - creó a Airavata, antepasado de los elefantes y el primero en salir de la concha fundadora del dios. Sus poderosas piernas serán los cuatro pilares que sustentarán el peso del universo. Más tarde, la montura de Indra, divinidad hindú que preside el rayo y la guerra, estará representada por un elefante.

En la mitología hindú, la cabeza de elefante del dios Ganesha es el resultado de una espantosa tragedia. Hace mucho tiempo, la diosa Parvati, esposa de Shiva, dio a luz a Skanda, su primer hijo. Fue tal su alegría, que de sus senos empezó a manar leche sagrada. Con la mezcla de ese néctar divino y la pasta de sándalo con la que se untaba el cuerpo, la diosa modeló a su segundo hijo, Ganesha, a quien confió la protección de su palacio. Lleno de celo, Ganesha impidió al mismo Shiva que accediera a la morada de su esposa.

Presa de una cólera terrible, Shiva cortó allí mismo la cabeza del joven testarudo. Parvati, desesperada por este acto de barbarie, amenazó con destruir todo el universo. Para apaciguar el rencor de su esposa, Shiva le prometió que cortaría la cabeza de la primera criatura que pasara cerca del palacio y la colocaría en el cuerpo del divino niño. Esa primera criatura fue un elefante que paseaba por el lugar y así es como terminó con una cabeza de elefante encima de un cuerpo de niño.

Con su vientre rechoncho y su aire bonachón, suscita la simpatía popular. Protege el hogar y trae suerte en las empresas comerciales, por lo que se le suele ver en los comercios y encima de la puerta de las casas. Ganesha también es la divinidad de los estudios y de los intelectuales: es el símbolo del conocimiento, y los estudiantes indios lo invocan para aprobar sus exámenes. Asimismo, representa la armonía entre el hombre y el universo en una simbiosis perfecta.

Este dios sonriente siempre aparece acompañado por su montura preferida, un ratón. La fuerza del elefante queda así asociada a la habilidad del minúsculo roedor, una alianza inédita destinada a vencer todos los obstáculos de la existencia.

El aniversario del nacimiento de Ganesha se celebra con una gran fiesta anual festejada por todos los hinduistas del mundo. El Dios elefante es muy glotón, razón por la que se le presentan numerosos alimentos. Esas montañas de vituallas, que se acumulan en su honor, se transportan seguidamente hasta las orillas del océano Índico o se lanzan a las olas, para que se hundan junto a Ganesha.

El elefante también tiene un papel fundador en el budismo indio. Sucedió que, quinientos años de la era cristiana, una hermosa noche de verano, la reina Maya, una virgen dotada de gran belleza, recibió la visita de un elefante blanco. El animal penetró en la cámara real llevando delicadamente en la trompa una flor de loto.

Según otras versiones, la reina Maya soñó que el elefante blanco, que procedía de la Montaña de Oro, entraba en su cuerpo. Este animal onírico tenía seis colmillos, que corresponden a las seis dimensiones del espacio indostánico: arriba, abajo, atrás, adelante, izquierda y derecha. Los astrólogos del rey predijeron que Maya daría a luz un niño, que sería emperador de la tierra o redentor del género humano. Aconteció, como se sabe, lo último. Nueve meses después de ese sueño, la casta reina dio a luz a Buda en los apacibles jardines de su palacio.

Desde entonces, en el sureste de Asia se venera al elefante blanco. El color blanco significa humildad y el número seis es sagrado. El elefante blanco es en realidad de un color gris claro y goza de un verdadero culto en Laos, antaño llamada "reino del millón de elefantes", en Myanmar (antigua Birmania) y en Tailandia.

Los budistas de estos países consideran a los elefantes albinos, especies rarísimas que padecen una despigmentación generalizada, reencarnaciones de Buda. Por esta razón se les prodiga todo tipo de honores y tienen derecho a recibir la mayor atención por parte de los hombres. En Myanmar, el elefante blanco recibe los mejores alimentos, servidos en bandejas de oro y plata. Algunas mujeres han tenido el inmenso honor de amamantar a un elefantillo blanco.

Según la leyenda, un elefante blanco que transportaba una reliquia de Buda (un diente) escogió el lugar en el que los hombres edificarían la gran pagoda Shwedagon, en Rangún, la capital de Birmania. En Tailandia, el elefante blanco fue durante mucho tiempo el símbolo que figuraba en la bandera nacional. En la actualidad todavía hay muchos tailandeses que comparan el contorno de su país con la cabeza de un elefante.

Ganesha es considerado como el animal sagrado por excelencia, el elefante blanco es propiedad del rey y representa la felicidad y la prosperidad del país. Así, una de las distinciones más importantes de Tailandia es la "Orden del Elefante Blanco".

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