escuchando silencios ... pretendidos haikus ... nacen desde la floresta ...
Los peces nacen en el agua, el hombre nace en el Tao.Si los peces, nacidos en el agua, buscan la sombra profunda del estanque o la alberca, todas sus necesidades son satisfechas.Si el hombre, nacido en el Tao, se hunde en la profunda sombra de la no-acción, para olvidar la agresión y las preocupaciones, no le falta nada, su vida es segura.
Moraleja: "Todo lo que necesita el pez es perderse en el agua.Todo lo que necesita el hombre es perderse en el Tao".
Moraleja: "Todo lo que necesita el pez es perderse en el agua.Todo lo que necesita el hombre es perderse en el Tao".
12 dic 2011
Cantares fraternos ...
Cuando enciendes la lámpara de tu Cielo, tu Luz me da de lleno en el rostro, y todo lo demás se queda en las sombras.
Pero cuando yo enciendo el Amor del Padre en mi propio corazón, entonces Su Luz te da de lleno a tí, mientras que todo lo demás tan sólo se inclina para reverenciarte.
El estado del corazón y del espíritu del individuo (su motivación) que en el momento de la acción es la clave determinante de su contenido ético, se puede comprender fácilmente si se considera que nuestras acciones se ven afectadas cuando somos presa de emociones muy fuertes y pensamientos negativos como el odio o la cólera.
En esos momentos, nuestro espíritu y nuestro corazón están en ebullición, y eso nos conduce a perder de vista el posible impacto de nuestras acciones sobre los demás.
En efecto, podemos acabar tan preocupados que ignoremos a la vez la presencia de los demás y su derecho a la felicidad.
El hecho de que nuestras acciones puedan parecer gratas no significa que sean positivas o éticas, si nuestras intenciones son egoístas.
Por el contrario, si nuestra intención es, por ejemplo, engañar o simular, entonces la amabilidad es la acción más desgraciada que puede haber. Aunque aquí no se halle implicada la fuerza, un acto tal es verdaderamente violento. Provoca la violencia, porque, en último caso, el resultado es dañino para el otro, pero también porque hiere la confianza y la espera de la verdad del otro.
Aunque las consecuencias de nuestros actos son importantes, hay otros factores que debemos considerar: la intención y la naturaleza misma del acto.
Todos tenemos en la memoria algunas cosas que hemos conseguido y que han hecho daño a otras personas, aunque ésa no era en absoluto nuestra intención.
De la misma manera, tampoco resulta difícil pensar en actos que, aunque pareciesen violentos y agresivos y hasta hayan producido algunas heridas, han contribuido a largo plazo a la felicidad de los demás.
Cuando la fuerza motriz de nuestras acciones es sana, éstas contribuyen , lógicamente al bienestar de los demás. Se vuelven entonces automáticamente "éticas".
Cuanto más resulta éste nuestro estado habitual, menos negativamente reaccionamos cuando se nos provoca. Y aunque perdamos la paciencia, la menor "explosión" se halla despojada de todo sentimiento de odio.
El objetivo de la práctica espiritual (y por tanto ética) es, en consecuencia, transformar y perfeccionar el kun long del individuo. Así es como nos volvemos mejores.
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