"El puente que nos conduce a la unión con nosotros mismos, nos conduce inevitablemente al Conocimiento". Hemos construido dicho puente, pero debemos reconocer que no lo hemos hecho solos, sino que lo hemos hecho siempre con Dios a nuestro lado, de otra forma, nos seguiríamos engañando a nosotros mismos de grado en grado.
Cada ilusión que hemos aceptado en nuestra mente, considerando que es algo realmente alcanzable, invalida en ese mismo instante nuestra propia sensación de complexión plena. Y, de esa forma, es como invalidamos también la Plenitud de Dios.
Así, cada fantasía que elaboramos, ya sea de amor o de odio, nos priva del conocimiento pues ellas son el velo tras del cual la verdad yace siempre escondida. Y lo único que necesitamos para descorrer ese velo tan negro y tan tupido de enquistadas fantasías, no es otro que, "simplemente valorar la verdad por encima de cualquier imaginario, y no estar dispuestos en modo alguno a conformarnos con ilusiones en su lugar".
Así es. La simple negación de las fantasías sigue siendo el escudo más seguro para mantenernos en ese estado de fe en la verdad que nos es necesario, para desmontar todo posible engaño. Y si hemos de pasar del miedo al amor, es esa la travesía que debemos recorrer y no otra.
El amor siempre nos llama, pero el odio nos apresa y nos quiere retener con él, obligatoriamente. Por ello, no hemos de atender jamás su ceñudo llamado, ni mirar hacia ninguna de las fantasías que le dieron origen, por más elocuente que se muestre el juicio que les avivó, ya que todo juicio se elabora siempre en función de fantasías, no de la verdad. Y es por eso que nuestra complexión radica entonces en la verdad y sólo en la verdad, de otra forma, la perdemos de inmediato.
No obstante, en cada llamada de odio y en cada fantasía que surge para demorarnos o retenernos en el tiempo, debemos ver tan sólo la "petición de ayuda desesperada" que realmente es y que a partir de esos instantes se eleva incesantemente desde nosotros hacia Dios. Pues, si los observamos bien, eso es realmente lo que son: "simples peticiones desesperadas de ayuda hacia nuestro Padre".
¿Y cómo no habría Dios de respondernos si nuestra complexión supone también la Suya? Su Respuesta a nuestra petición se dará de forma automática. Sin embargo, dicha respuesta estará siempre dirigida hacia el restablecimiento de la complexión en nosotros, mas no hacia la resolución truculenta de un juego de fantasías.
"Dios nos ama sin ilusión alguna, tal y como nosotros no podemos sino amar también". Pues el amor está totalmente exento de fantasías e ilusiones, y, por lo tanto, totalmente libre de miedos. Las fantasías e ilusiones de amor especial se dan, precisamente, porque dicho amor está impregnado por el miedo a "no tenerlo, o a no recibirlo", ya que nada que sea especial puede representar un vínculo seguro.
"Aquel a quién Dios recuerda, sólo puede gozar de plenitud, pues es imposible que Dios se olvide de lo que le brinda plenitud a Él Mismo". Y es en nuestra complexión en donde reside la memoria de esa Plenitud Suya, así como también Su gratitud hacia nosotros por Ella.
Y es en este vínculo que Él mantiene con nosotros, en donde reside tanto Su imposibilidad de olvidarse de nosotros, como la capacidad nuestra de recordarlo siempre a Él. Y es que en Dios está unido tanto el que está dispuesto a amar, como todo el Amor de Él que ha estado siempre allí para todos nosotros. Y es esto lo que hace de la complexión el vínculo vital entre el Creador y todo lo creado.
El Espíritu es el puente que conduce hacia la complexión, el cual fue construido mediante nuestra voluntad natural de unirnos a Dios, y que fue creado por Su júbilo de unión con nosotros. Si reconocemos esto, entonces la jornada que parecía interminable está llegando a su fin, pues lo que es interminable en verdad, es decir, lo Eterno, está ya muy cerca.
Un abrazo muy devocional a todos…Baktha55
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