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Nuestra mente y nuestro cuerpo son puros por naturaleza; pero nosotros los empañamos con obras y pensamientos errados.
Para restaurar nuestra pureza original, solo necesitamos limpiar la suciedad acumulada.
¿Pero como proceder con el proceso de limpieza?
¿Debemos colocar una barrera entre nosotros y las ocasiones propicias para el desarrollo de nuestros malos hábitos?
No. No podemos cantar victoria simplemente por evitar la batalla.
El enemigo no es nuestros ambientes, está en nosotros mismos.
Tenemos que confrontarnos e intentar entender nuestra debilidad humana.
Darnos una mirada honrada a nuestras relaciones y nuestras posesiones, y preguntar que nos ha traído nuestra propia indulgencia.
¿Nos ha traído (verdadera) felicidad? Ciertamente no.
Si somos despiadadamente honestos tendremos que admitir que fue nuestro propio y tonto egotismo lo que nos enlodó.
Aceptar esto es algo doloroso.
Ahora, si queremos derretir el hielo tenemos que aplicar calor.
Entre más caliente el fuego, más rápido se derrite el hielo.
Lo mismo pasa con la sabiduría. Entre más intenso nuestro escrutinio, más pronto alcanzaremos la sabiduría.
Cuando somos grandes en sabiduría empequeñecemos nuestro viejo y egoísta Yo.
La competencia entonces habrá terminado.
. - Han Shan - . (Montaña Tonta)
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