Los peces nacen en el agua, el hombre nace en el Tao.Si los peces, nacidos en el agua, buscan la sombra profunda del estanque o la alberca, todas sus necesidades son satisfechas.Si el hombre, nacido en el Tao, se hunde en la profunda sombra de la no-acción, para olvidar la agresión y las preocupaciones, no le falta nada, su vida es segura.
Moraleja: "Todo lo que necesita el pez es perderse en el agua.Todo lo que necesita el hombre es perderse en el Tao".

AVISO

queridos amigos los haikus que humildemente escribo están en este sitio: www.haikusilvestre.wordpress.com
gracias ! Namasté

13 jul 2013

sobre la ira ...

La cólera es la mayor fuerza destructora que existe.
Un instante de cólera destruye todas las acciones positivas acumuladas en el curso de miles de kalpas en la práctica de la generosidad, en las ofrendas a los budas, en el respeto de la disciplina.
"Dalai Lama"

Uno de los aspectos dolorosos de la ira es la tendencia que tenemos al enojarnos de encasillar a las personas. Limitamos el objeto de la ira, ya sea nosotros mismos u otra persona, a una determinada definición y somos incapaces de ir más allá de ella.

La ira es un estado mental en el que se experimenta una fuerte repulsión por lo que está ocurriendo y lucha contra ello. La ira quiere crear distancia y desconexión. Es un estado de la mente que no se apega a las cosas, sino que, buscando faltas, las rechaza. Muchas veces ese rechazo se manifiesta en una incapacidad de mencionar el nombre del objeto del enojo y lo reemplaza por algún otro epíteto. Si observamos nuestra mente cuando sufre el enojo nos daremos cuenta de lo limitada y tensa que se pone. En ese momento la mente aísla el problema y se fija únicamente en el objeto del enojo. Perdida en ese momento en la obsesión, la mente queda atrapada en una “visión túnel” que no permite contemplar nada fuera del campo de la ira.

Bajo esas condiciones olvidamos la naturaleza impermanente de las cosas y encasillamos a la persona que ha provocado nuestro enojo “él o ella es así y así será por siempre, no puede cambiar”. Como no vemos demasiadas alternativas y no podemos imaginarnos nada más allá de nuestra herida o carencia, nos sentimos exasperados y nos dejamos llevar por la agresión. Perdemos toda perspectiva y que las cosas y las personas cambian.

Cuando la ira es un intenso factor dominante en la mente, ello se debe a menudo a que nos hemos habituado a proyectar toda nuestra insatisfacción interior al exterior. Dondequiera que miremos, todo nos parece mal. Esto se observa claramente cuando nos hallamos en una situación en la que sentimos que se nos ignora o que no se nos reconoce como a nosotros nos gustaría, podemos reaccionar con ira. Aunque sea comprensible que lo hagamos, sigue siendo dolorosamente limitador y crea confusión. La mente se limita y el corazón se cierra.

Es importante investigar la naturaleza de la ira porque es una energía muy poderosa y puede ser muy destructiva. Cuando somos capaces de dar a luz la impotencia y frustración que tan a menudo alimentan el enojo, las transformamos. Al ser conscientes de esos sentimientos utilizamos la energía pura de la ira (sin dejarnos controlar por ella) y descubrimos el valor y la compasión que habían permanecido ocultos.

Deseo que todos podamos transformar la energía de la ira en generosidad, compasión y visión clara.
Tariácuri Shungapeti

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