Alguien le dijo: “Necesitas un gato”. Entonces, buscó uno en el vecindario y lo llevó a su vivienda.
Era un felino impresionante, hermoso y fuerte. Pero el ratón era más astuto que el gato y se burlaba de su fuerza.
Por lo tanto, el samurai adoptó un segundo gato, mucho más listo que el primero. Desconfiado, el ratón sólo aparecía cuando aquél se dormía.
Entonces, le trajeron al samurai el gato de un templo zen. Tenía aspecto distraído, era torpe y parecía siempre soñoliento.
El samurai pensó: “No será éste el que me librará del ratón”.
Sin embargo, el gato, siempre soñoliento e indiferente, pronto dejó de inspirar precauciones al ratón, que pasaba junto a él sin hacerle caso.
Un día, súbitamente, lo atrapó de un zarpazo.
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Cuando un ciego se despedía de su amigo, éste le dio una lámpara.
“Yo no preciso de la lámpara, pues para mí, claridad u oscuridad no tienen diferencia” -dijo el ciego.
“Conozco al respecto, pero si no la lleva, tal vez otras personas tropiecen con usted” -dijo su amigo.
-"Está bien"
Luego de caminar en la oscuridad tropezó con otra persona….
-“¡Huy!”-dijo el ciego.
-“¡Hay!” -dijo la persona chocada por el ciego en la oscuridad.
-“¿Usted no vio esta lámpara?” -dijo enojado el ciego.
-“¡Amigo! Su lámpara estaba apagada”
gracias!!
ResponderEliminarque buenos!!