escuchando silencios ... pretendidos haikus ... nacen desde la floresta ...
Los peces nacen en el agua, el hombre nace en el Tao.Si los peces, nacidos en el agua, buscan la sombra profunda del estanque o la alberca, todas sus necesidades son satisfechas.Si el hombre, nacido en el Tao, se hunde en la profunda sombra de la no-acción, para olvidar la agresión y las preocupaciones, no le falta nada, su vida es segura.
Moraleja: "Todo lo que necesita el pez es perderse en el agua.Todo lo que necesita el hombre es perderse en el Tao".
Moraleja: "Todo lo que necesita el pez es perderse en el agua.Todo lo que necesita el hombre es perderse en el Tao".
18 ago 2010
INSTRUCCIONES DE ATISHA
• Ocho intereses mundanos.
Son los siguientes:
1.- Anhelar aferradamente la comodidad física y mental.
2.- rechazar la falta de satisfacción física o mental.
3.- Desear sólo obtener y no perder cualquier tipo de bienes materiales.
4.- No aceptar ningún tipo de pérdida material.
5.- Desear únicamente oír sonidos, palabras o noticias agradables.
6.- Rechazar los ruidos, palabras o informaciones desagradables.
7.- Desear ser alabado, famoso o de gran reputación.
8.- No aceptar las criticas ni la difamación.
• Vacuidad como realidad dependiente.
Aquél que comprende que todo fenómeno está vacío de existencia inherente, posee el conocimiento más supremo. En general percibimos todo cuanto ocurre o existe de manera equivocada, pensando que los fenómenos poseen existencia propia y que existen por sí mismos, sin depender de otros muchos aspectos. Pero el que desarrolla la sabiduría, en cambio, sabe que cualquier fenómeno está vacío de existencia propia e independiente. Ello no quiere decir que no exista en absoluto, sino que sólo existe en forma dependiente.
• Felicidad y sufrimiento.
El auténtico propósito de nuestros estudios, de nuestro trabajo y de nuestra práctica debe ser ayudar a los demás seres. Toda felicidad surge de este deseo superior y, por el contrario, todo sufrimiento procede de una mente preocupada únicamente por los intereses de uno mismo, por tanto por el egoísmo. La compasión es la raíz de la iluminación o completo desarrollo espiritual, la raíz de las enseñanzas de Buda y la causa de la felicidad incluso a nivel temporal.
• Atención consciente.
La instrucción superior es examinar u observar continuamente la propia mente, evitando llevar a cabo cualquier acción que conlleve resultados adversos. Debemos saber qué tipo de actitudes se están desarrollando en nuestra mente: estar atento, permanecer alerta y cortar a tiempo los engaños en cuanto surjan. Si la intención mental es correcta, la acción y sus resultados también lo serán. En cambio si llegamos tarde, si no hemos cantrolado los efectos de una mente negativa, sus resultados serán dañinos.
• Realizar la vacuidad.
El cuerpo, la palabra y la mente de aquel que ha realizado la vacuidad están libres de toda rigidez, son moldeables, flexibles y ligeros como algodón flotando en el aire. La sabiduría que comprende la vacuidad es el antídoto de la ignorancia que percibe los fenómenos como autoexistente. Eliminada la ignorancia, desaparecen todos los engaños restantes, y libre de éstos puedes involucrarte sin esfuerzo ni error en cualquier acción positiva. La ignorancia, en cambio, confunde nuestra mente, la altera, la aturde y, al no poseer una visión correcta, nuestros propósitos se vuelven confusos y resulta fatigoso llevarlos a cabo.
• Objeto y sujeto.
Tanto la mente, que es el sujeto, como los conceptos, que son el objeto de la mente, son la naturaleza vacía, no existen inherentemente. Por lo tanto son de la misma naturaleza. Al percibir que no son distintos, que objeto y sujeto son de la misma naturaleza de la vacuidad, obtenemos la visión correcta. Una vez identificados objeto y sujeto con idéntica naturaleza vacía sin existencia independiente, meditamos repetidamente en esta visión familiarizándonos cada vez más con ella mediante la concentración.
• Felicidad y satisfacción.
Hemos de sentirnos contentos, satisfechos, sin pretender saciar nuestros deseos obsesivos. Del mismo modo que el agua salada no quita la sed, intentar satisfacer todos nuestros interminables deseos es una tarea inútil. En cambio, aquel que se siente feliz con el que posee, aunque sean pocas sus posesiones no necesita nada más. Vive como un afortunado rey. Al mismo tiempo, una mente en calma tampoco deja paso al orgullo o a la ignorancia, ni se altera por la aspiración de poseer fama o reputación.
• Desapego a la vida.
Puesto que todas las riquezas, todos los amigos y amigas, todo cuanto hemos deseado y perseguido será abandonado en el momento de morir, si no antes, por eso debemos saber vivir, durante este breve espacio de tiempo, desapegados de todo ello. Ampliar nuestro potencial ilusoriamente a obstáculos. Aunque vivamos setenta, ochenta o incluso cien años es muy poco comparad con las múltiples vidas que nos guardan, y aunque han de servir para mejorar nuestra práctica hasta logra salir de la rueda de sufrimientos.
• Bodhichita: final y últimas.
A su vez, dentro de la bodichita hay que distinguir dos aspectos: la bodichita final o última, en la que se perciben todos los fenómenos directamente comprendiendo su vacío de autoexistencia inherente, y la bodichita convencional, en la que desea alcanzar la budeidad y poder así liberar a todos los seres de las aflicciones. Cualquier práctica del camino mahayana está incluida dentro de estos dos tipos de bodichita. A través de la bodichita última el practicante obtiene el aspecto de la mente de sabiduría o Darmakaya, y a través de la bodichita convencional la forma de un buda o Rupakaya.
• Definición del dharma.
Si aplicamos los antídotos contra los engaños y, éstos disminuyen, se está practicando darma. Si no se aplican los antídotos, no es darma. Si se actúa bajo la influencia de los acho intereses, no es darma. Si se actúa libre de su influencia, es darma. Si se persiguen las pautas de comportamiento de lo que es correcto dadas por el Buda, no es darma. Si observando los resultados de la práctica comprobamos que aporta felicidad, es darma. Si una práctica no aporta felicidad en el futuro, no es darma.
• Meditación y enseñanza.
Como decía el sabio indio Sakyapandita, tratar de meditar sin tener un conocimiento del camino, sin haber recibido enseñanzas sería como intentar subir a la montaña rocosa sin tener piernas. El progreso es siempre gradual, poco a poco. Escuchar muchas veces enseñanzas, luego analizarlas, valorarlas y comprenderlas. Por último llevarlas a la práctica.
Lo que nos permite estar al servicio de los demás, es dejar de pensar únicamene en el beneficio propio.
• Meditar sobre impermanencia.
Saber que todo es inestable, que todo está sometido a continuo cambio ayuda a no aferrarse ilusoriamente al samsara o existencia condicionada. No hay esencia en el bienestar samsárico: momento a momento todo está sometido a continuo cambio. Cuando se comprende que la felicidad que se puede llegar a experimentar dentro de la existencia cíclica es limitada e inestable, resulta fácil desarrollar el deseo de liberarse de esa situación. La meditación sobre la impermanencia nos ayudará a seguir el camino que lleva a la liberación.
• Aferre al yo.
Por la ignorancia, esa forma equívoca de percibir los fenómenos, nos aferramos al yo como si existiera por sí mismo, sin depender de nada más. Este aferramiento provoca que nos apeguemos a lo que creemos que beneficia a este falso yo, y que rechacemos todo lo que perjudica. En consecuencia, esta obsesiva actitud de apego y odio provoca celos, orgullo, recelo, aversión.... De este modo vamos creando karmas negativos que sólo traen como resultado más infelicidad. Para evitar este encadenamiento hay que saber aplicar hábilmente los antídotos.
• Práctica del dharma.
La esencia de toda práctica del darma, tanto del vehículo hinayana como mahayana, está contenida dentro de estos dos aspectos:
- No dañar nunca a los seres.
- Intentar actuar para serles de ayuda o beneficio.
El mismo Buda dijo que si no se puede ser de beneficio para los demás seres, al menos debemos tratar de no perjudicarles. Ésta sería una práctica hinayana, pero si además decidimos trabajar para su felicidad, hemos entrado en el camino mahayana.
• El sufrimiento proviene de uno mismo.
Ningún sufrimiento proviene de los demás, sino que siempre es resultado de pensar tan sólo en el beneficio de uno mismo. Desde un tiempo sin principios hemos convivido continuamente con los engaños, que han permanecido constantemente en la mente y han sido creados por nosotros mismos. Estos son nuestro verdadero enemigo, que erróneamente buscamos fuera. Si deseamos apartarnos de nuestro peor enemigo debemos alejarnos del egoísmo y amar a los demás. De hecho toda la satisfacción que anhelamos llegara de los demás, nunca de este deseo desenfocado de amarse únicamente a sí mismo.
• El apego causa sufrimiento.
Los maestros kadampas siempre enfatizan en sus enseñanzas la determinación de no tener ningún deseo por resultados mundanos. Esto no significa que tengamos que abandonar todo lo que poseemos, sino que debemos cortar el apego hacia todo ello. Si somos capaces de cortar nuestros aferramientos y obsesiones, si no sobre valoramos las cosas esperando obtener de ellas una felicidad imposible, muchos problemas, contratiempos, disputas....desaparecerán. Cualquier tipo de apegos, sea hacia una casa, una persona, una país, un objeto... trae problemas. Si el apego no existe, el sufrimiento tampoco.
• Las seis perfecciones.
Debemos buscar solución al sufrimiento a corto y largo plazo, desarrollando las seis perfecciones. La generosidad es como un tesoro que nos aleja de la miseria y es causa de que siempre tengamos lo necesario. La ética es el ornamento que más embellece a una persona, nos protege del sufrimiento de renacimientos desafortunados y es la base para el desarrollo de todas las cualidades. La paciencia actúa como una armadura que nos protege del enfado y sus consecuencias: aunque todos los seres intentaran dañarnos no sería posible. El entusiasmo es como un caballo fuerte y veloz que nos lleva hasta el lugar que deseamos ir. La concentración es como un tesoro valiosísimo que nos permite desarrollar todas las realizaciones del camino. La sabiduría es como una lámpara, ya que si carecemos de ellas no podemos percibir la realidad y actuamos ciegamente.
• Existencia no dual.
Hay que ser conciente de que sujeto y objeto no son cosas separadas: la falsa frontera entre ellos la ponemos nosotros, ya que no pueden existir por sí mismas, de una forma inherente. Es decir, ni la mente o conciencia ni los objetos percibidos por ella existen por si mismos sin ningún tipo de dependencia. Mantener la visión equivocada de que los fenómenos son autoexistentes y separados, nos mantiene atados a la existencia cíclica.
• Vacuidad y critica al yo.
Pero cuando se habla de vacuidad o ausencia de autoexistencia ¿a qué nos estamos refiriendo exactamente? Por ejemplo, debido a que por la ignorancia vemos nuestro yo como si fuera algo sólido y que parece como si existiese por sí mismo, sin depender de ninguna otra cosa, suele surgir en nosotros un fuerte aferramiento hacia él. A esta forma errónea de apariencia la llamamos existencia inherente o autoexistencia, pero en realidad no existe de este modo, por eso se dice que está vacía.
Atiśa Dipamkara Srijnana (Bengalí: অতীশ দীপঙ্কর শ্রীজ্ঞান) (* 25 de diciembre de 982; † 1054, conocido también como Atisha, Atis y Atsia) fue un pandita indio y un célebre abad de Vikramashila. Fue uno de los primeros maestros de la Sarma (nueva tradición) del budismo tibetano.
Nacido en Bengala en una familia real, se dedicó a estudios religiosos, viajando a Sumatra en busca de enseñanzas. A su vuelta a India fue nombrado abad del monasterio Vikramashila.
Atisha llegó hacia 1039 al Tíbet invitado por el rey Yeshe Od, para ayudar al restablecimiento del budismo, muy debilitado por las persecusiones del rey Langdarma. Su llegada marca el inicio de un nuevo período en la historia del budismo en Tibet.
Al comienzo residió tres años en el pueblo de Ngari. Con la ayuda de su discípulo Dromtompa sentó las bases de la tradición Kadampa. Luego se desplazó al Tibet central, la región de Lhasa donde durante más de diez años trabajó activamente en la difusión de su religión , estableciendo las bases de la remarcable expansión que lo siguió. Aunque era personalmente partidario del Tantra, supo mantener el balance entre la disciplina monástica y el misticismo. A donde quiera que fuese confería iniciaciones, realizaba traducciones y construía monasterios.
Murió en 1052. Sus cenizas fueron llevadas a Dhaka , Bangladesh en 1978 y colocadas en el Dharmarajina Baudha Vihara.
Durante su vida escribió, tradujo y editó más de 200 libros, de los cuales se conservan 79 en lengua tibetana, que ayudaron al desarrollo del budismo en Tibet.
Atisha fue responsable de la introducción del ciclo de sesenta años en la cronología tibetana, con el primer año del primer ciclo ubicado en 1027.
Uno de sus legados más importantes fue el desarrollo de las prácticas del entrenamiento de la mente (lobjong), y la centralidad de concepto y práctica del bodhicitta en el budismo tibetano, incorporado a las cuatro escuelas: Gelug, Nyingma, Kagyu y Sakya. Por estas razones Atisha es una figura central en la historia del budismo.
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