"¿Qué buscas aquí, sentado así, con las piernas cruzadas?"
"Mi deseo es convertirme en un Buda."
Luego el maestro tomó un pedazo de ladrillo y empezó a pulirlo vigorosamente sobre una piedra que estaba cerca.
"¿Por qué trabajas así, maestro mío?", preguntó Baso.
"Trato de convertir esto en un espejo."
"Ninguna cuota de arduo trabajo convertirá al ladrillo en espejo, señor."
"De ser así, ninguna dosis de postura sedentaria con las piernas cruzadas, como tú lo haces, te convertirá en un Buda", dijo el maestro.
"¿Qué haré entonces?"
"Esto se parece a conducir una carreta; cuando no se mueve, ¿azotarás a la carreta o al buey?"
Baso no respondió.
El maestro continuó: "¿Practicas esta postura sedentaria, de piernas cruzadas, a fin de alcanzar el dhyána o de alcanzar el Estado Búdico? Si se trata del dhyána, el dhyána no consiste en sentarse ni acostarse; si se trata del Estado Búdico, el Buda no tiene formas fijas. Corno no tiene morada en parte alguna, nadie puede cogerlo ni dejarle ir. Si buscas al Buda sentándote así, de piernas cruzadas, lo asesinas. Mientras no te liberes de sentarte así,* jamás llegarás a la verdad."
* Vale decir, mientras no te liberes de la idea de que estar así sentado, de piernas cruzadas, conduce al Estado Búdico, de los tiempos primitivos del Zen, en la China, la tendencia quietista recorrió toda la historia junto con la tendencia intelectual que pone énfasis sobre el elemento satori. Incluso hoy en día estas corrientes se hallan representadas, hasta cierto punto, por el Sotó por un lado,, y el Rinzai, por el otro, si bien cada cual tiene sus rasgos característicos de excelencia. Mi punto de vista corresponde a la tendencia intuitivista y no al de la quie-tista; pues la esencia del Zen radica en el logro del satori. Daisetz Teitaro Suzuki
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