Todo cambia. Nada permanece igual.
Muchos ya han muerto, tanto jóvenes como viejos.
Yo tengo la misma naturaleza.
Mi cuerpo, mis asuntos, y mis placeres son efímeros.
No conozco las circunstancias de mi muerte.
Si mi mente se encuentra en un estado inicuo,
experimentaré un sufrimiento aterrador.
Sentiré temor de renacer,
y vagaré sin rumbo en las tinieblas.
Debo adoptar una práctica espiritual pura.
Para satisfacer las aspiraciones de los demás
y alcanzar mi propia felicidad,
estableceré una práctica consecuente del Dharma
y la mantendré desde este instante hasta mi muerte.
-Yetsun Taranata
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