Los peces nacen en el agua, el hombre nace en el Tao.Si los peces, nacidos en el agua, buscan la sombra profunda del estanque o la alberca, todas sus necesidades son satisfechas.Si el hombre, nacido en el Tao, se hunde en la profunda sombra de la no-acción, para olvidar la agresión y las preocupaciones, no le falta nada, su vida es segura.
Moraleja: "Todo lo que necesita el pez es perderse en el agua.Todo lo que necesita el hombre es perderse en el Tao".

AVISO

queridos amigos los haikus que humildemente escribo están en este sitio: www.haikusilvestre.wordpress.com
gracias ! Namasté

13 jun 2010

Los Ocho Versículos de la Transformación del Pensamiento


El texto “Los ocho versículos de la transformación del pensamiento”, de Langri Tangpa, explica la práctica del método y la sabiduría del paramitayana: los primeros siete versículos hacen referencia al método ― bondad, amor y bodhicitta o espíritu del despertar ―, y el octavo habla de la sabiduría.
1. Decidido a triunfar en todo, siempre practicaré el amor a todas las personas, que son más preciadas que las gemas que satisfacen los deseos.
Todos queremos ser felices y estar completamente libres del sufrimiento. En esto todos somos exactamente iguales. Pero cada uno de nosotros sólo es uno, mientras que los otros son infinitos en número. Ahora debemos considerar dos actitudes: la de valorarnos egoístamente a nosotros mismos, y la de valorar a los demás. La autovaloración nos llena de orgullo y de soberbia; nos consideramos extremadamente importantes, y nuestro deseo básico es ser felices y que nos vayan bien las cosas. Pero no sabemos cómo
conseguirlo. De hecho, las acciones que tienen su origen en el ponernos por encima de todo nunca podrán hacernos felices.
Quienes mantienen la actitud de valorar a otros consideran que todos los demás son mucho más importantes que ellos y ponen por encima de todo el ayudarlos. Y, al actuar de esta manera y dicho sea de paso, llegan a ser muy felices. Incluso aquellos políticos sinceramente deseosos de ayudar o servir a los demás son recordados con respeto por la historia, mientras que los que no paran de explotarlos y hacerles daño son considerados como ejemplos de malas personas.
2. Vaya donde vaya y cualquiera que sea mi compañía, practicaré el verme a mí mismo como el más ínfimo de los seres y consideraré como supremos a todos los demás.
Estemos con quien estemos, solemos pensar cosas como «Soy más fuerte que él», «Soy más hermosa que ella», «Soy más inteligente», «Soy más rico» o ««Estoy mucho más cualificado». Al pensar esas cosas generamos una gran cantidad de orgullo, y eso no es bueno. Lo que deberíamos hacer es ser siempre humildes. Incluso cuando estemos ayudando a los demás y haciendo obras de caridad, nunca deberíamos caer en la altivez y comportarnos como grandes protectores que son misericordiosos con los débiles. Eso también es orgullo. Lo que deberíamos hacer es llevar a cabo tales actividades de la manera más humilde posible y pensar que estamos ofreciendo nuestros servicios a la gente.
3. En todas las acciones examinaré mi mente, y en cuanto aparezca un pensamiento rebelde, poniéndome así en peligro a mí mismo y a los demás, me enfrentaré a él y lo expulsaré de mi mente.
Si investigamos nuestras mentes en aquellos momentos en que nos dejamos arrastrar por el egoísmo y sólo pensamos en nosotros mismos con exclusión de los demás, descubriremos que los estados mentales perturbadores y negativos son la raíz de este comportamiento. Como introducen una gran perturbación en nuestra mente, siempre deberíamos recurrir a algún antídoto contra ellos apenas nos demos cuenta de
que estamos cayendo bajo su influencia. El oponente general a todos estos estados mentales negativos es la meditación centrada en el vacío, pero también hay antídotos contra estados mentales específicos que, como principiantes, podemos aplicar. Así, para el deseo de aferrarnos a las cosas meditamos sobre la fealdad; para la ira, sobre el amor; para la ignorancia y la cerrazón mental, sobre el surgimiento dependiente; y para muchos pensamientos perturbadores, sobre la respiración y los flujos de energía.
4. Cada vez que vea a un ser de naturaleza perversa y maligna abrumado por el peso del sufrimiento y la falta de virtud, haré cuanto pueda para no separarme de él, y lo tendré tan cerca de mí como si hubiera descubierto un tesoro de inmenso valor que no se encuentra fácilmente.
Si nos tropezamos con alguien que es por naturaleza muy cruel, desagradable, violento y grosero, la reacción habitual es evitarle, y en esa clase de situaciones lo más probable es que nuestro interés por el bienestar de
los demás tienda a decrecer. En vez de permitir que nuestro amor hacia los demás sea debilitado por la clase de estado mental que sólo piensa en lo malos que son, deberíamos considerarlos como un objeto especialmente digno de amor y compasión, y tratar a esas personas como si nos hubiéramos encontrado con un tesoro de inmenso valor.
5. Cuando la envidia y los celos hagan que los demás me maltraten y me insulten, practicaré la aceptación de la derrota y les ofreceré la victoria.
Si alguien nos maltrata, critica e insulta diciendo que somos unos incompetentes y que no sabemos hacer nada a derechas, lo más probable es que nos enfademos y neguemos lo que esa persona acaba de decir. No deberíamos reaccionar de esa manera sino que, con humildad y tolerancia, deberíamos aceptar lo que se ha dicho. Cuando el budismo dice que deberíamos aceptar la derrota y ofrecer la victoria a los demás, hemos de diferenciar entre dos clases de situaciones. Si, por una parte, estamos obsesionados por nuestro bienestar y actuamos impulsados por motivaciones muy egoístas, deberíamos aceptar la derrota y ofrecer la victoria a los demás incluso si está en juego nuestra vida. Pero si nos encontramos en una situación donde está en juego el bienestar de otras personas, entonces debemos luchar por los derechos de los demás y negarnos a aceptar la derrota. Uno de los cuarenta y seis votos secundarios de un bodhisattva hace referencia a una situación en la que alguien está haciendo algo muy dañino y se tiene que recurrir a métodos drásticos o hacer lo que sea necesario para poner fin inmediatamente a tales acciones: si no obras de esa manera, habrás faltado a tu compromiso. A primera vista puede parecer que este precepto y la quinta estrofa, que dice que debes aceptar la derrota y otorgar la victoria a los demás, se contradicen, pero no es así. El precepto del bodhisattva se refiere a una situación en la que el bienestar de otras personas está por encima de todo: si
alguien está haciendo algo extremadamente nocivo y peligroso, hay que tomar medidas para conseguir que deje de hacerlo. Actualmente, y en sociedades muy competitivas, suele ser necesario recurrir a acciones defensivas drásticas.
La motivación para ese tipo de acciones no debería ser el temor por lo que pueda ocurrirnos, sino un sentimiento de amor y compasión amplificado dirigido hacia los demás. Si actuamos impulsados por esos sentimientos para impedir que otras personas lleguen a crear karma negativo, entonces estaremos haciendo lo correcto.
Como se dice en el Bodhicaryavatara, tenemos que examinar, tanto superficialmente como a fondo, si los efectos benéficos de ejecutar una acción prohibida superarán a los nocivos. A veces determinar nuestra motivación puede resultar bastante difícil. En el Sikshamuccaya, Shantideva dice que los efectos benéficos de una acción hecha con motivación bodhicitta son más grandes que las negatividades de ejecutarla sin tal motivación. En ciertas circunstancias puede resultar muy difícil ― pero también muy importante ― percibir la línea divisoria entre lo que debemos hacer y lo que no debemos hacer, por lo que tendríamos que estudiar los textos que hablan de tales cuestiones. En los textos inferiores leeremos que ciertas acciones están prohibidas, mientras que en los superiores se dirá que esas mismas acciones están permitidas. Cuanto más lleguemos a saber sobre todas estas cuestiones, más fácil nos resultará decidir qué debemos hacer en una situación determinada.
6. Cuando una persona con la que me he portado muy bien y en la que tengo depositadas grandes esperanzas me cause un daño terrible, seguiré practicando el considerarla mi santo guru.
Normalmente esperamos que una persona a la que hemos ayudado mucho se muestre muy agradecida, y si reacciona tratándonos con ingratitud lo más probable es que nos enfademos. En ese tipo de situaciones lo que deberíamos hacer no es enfadarnos, sino practicar la paciencia. Además, deberíamos ver en esa persona a un maestro que pone a prueba nuestra paciencia y, en consecuencia, tratarla con respeto. Este versículo contiene todas las enseñanzas del Bodhicaryavatara sobre la paciencia.
7. De esa manera, y tanto directa como indirectamente, haré cuanto esté en mis manos para asegurar la felicidad de todas mis madres. Practicaré en secreto el cargar con el peso de todas sus acciones nocivas y todo su sufrimiento.
Esto hace referencia a la práctica de asumir el peso de todos los sufrimientos de los demás y entregarles toda nuestra felicidad, actuando motivado por una gran compasión y un inmenso amor. Todos queremos la
felicidad y no deseamos sufrir, y podemos ver que los demás sienten lo mismo que nosotros. También podemos ver que otras personas están abrumadas por el sufrimiento, pero no sabemos cómo librarlas de él. Por eso deberíamos generar la intención de asumir el peso de todo su sufrimiento y su karma negativo, y rezar para que maduren de inmediato y caigan sobre nosotros. Por la misma razón, también es obvio que otras personas no disfrutan de la felicidad que buscamos y no saben cómo encontrada. Por eso, y con la
máxima generosidad posible, deberíamos ofrecer a los demás toda nuestra felicidad ― nuestro cuerpo, riqueza y méritos ― y rezar para que madure inmediatamente en ellos.
Naturalmente, lo más probable es que no podamos cargar con el peso de los sufrimientos de los demás y entregarles nuestra felicidad. Cuando se produce esa transferencia entre personas siempre es el resultado de alguna conexión kármica pasada muy fuerte que no ha llegado a romperse. No obstante, esta meditación es un medio muy poderoso para hacer acopio de valor en nuestras mentes y en consecuencia es una práctica altamente beneficiosa.
8. Con todas estas prácticas libres de las manchas de las supersticiones de los ocho dharmas mundanales, y percibiendo todos los dharmas como ilusiorios, me dedicaré, sin aferrarme a las cosas, a liberar a todos los seres inteligentes de sus ataduras.
Este versículo nos habla de la sabiduría. Las prácticas precedentes nunca deberían ser ensuciadas por las manchas de las supersticiones de los ocho dharmas mundanales. En el budismo nos referimos a ellos como blancos, negros o mezclados. La mejor manera de entenderlo será explicando este versículo desde el punto de vista de las prácticas que se llevan a cabo sin estar contaminadas por el concepto equivocado del aferrarse a la existencia dada por verdadera, que es precisamente aquello a lo que nos referíamos al hablar de la superstición de los ocho dharmas. ¿Cómo podemos evitar que llegue a contaminar nuestra práctica?. Pues siendo conscientes de que toda la existencia es ilusoria y evitando aferrarnos a la existencia verdadera. De esa manera quedaremos libres de la atadura que origina este tipo de aferramiento.
Dalai Lama

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