Los peces nacen en el agua, el hombre nace en el Tao.Si los peces, nacidos en el agua, buscan la sombra profunda del estanque o la alberca, todas sus necesidades son satisfechas.Si el hombre, nacido en el Tao, se hunde en la profunda sombra de la no-acción, para olvidar la agresión y las preocupaciones, no le falta nada, su vida es segura.
Moraleja: "Todo lo que necesita el pez es perderse en el agua.Todo lo que necesita el hombre es perderse en el Tao".

AVISO

queridos amigos los haikus que humildemente escribo están en este sitio: www.haikusilvestre.wordpress.com
gracias ! Namasté

24 mar 2013


Sesshin - Práctica / Ryunan Bustamante Zenji

Los que vivimos en la gran ciudad solemos tener la fantasía de que en la montaña o en el campo la vida es más apacible y silenciosa. Evidentemente es una fantasía. Porque allí donde vamos, vamos con nuestras cuestiones, nuestras ilusiones, con nuestros miedos y ansiedades. Y mientras pongamos el problema fuera de nosotros no habrá solución.
El maestro Kodo Sawaki decía:
“Los hombres sufren porque piensan que el tesoro está siempre dentro de una caja fuerte”.
Siempre tendemos a creer que hay alguna cosa ahí afuera, más allá, que podrá aportarnos felicidad. También solemos pensar que el enemigo está allá afuera, en los otros. Que es aquel, el vecino, el que me perturba.

Una Sesshin es la oportunidad para mirar en la propia naturaleza. Para dejar de alimentar fantasías e ilusiones. Mirar en la propia naturaleza y observar sin opción es terminar con todas las fantasías e ilusiones.
Todo lo que necesitas está en ti. La solución a todos tus problemas está en ti. Y entonces, la posibilidad de quedarnos quietos y silenciosos nos permite hacer esa observación.
La práctica de zazen es el corazón, la esencia de nuestra práctica. Pero también el samu es práctica. Salir a correr en la mañana es práctica. Comer es práctica. Lavar los cuencos es práctica.
Cada instante es una oportunidad para estar con nosotros mismos, para compartir con los otros este instante. Y al mismo tiempo observar cada gesto, cada momento, cada situación.
Hay una buena atmósfera aquí ahora.

Constantemente en nuestro espíritu anhelamos la paz. Pero no podemos luchar para conseguir la paz, porque precisamente la paz aparece sola y por sí misma cuando dejamos de luchar.
Aquí ahora podemos soltar las tensiones innecesarias. Abandonarnos completamente a este único hacer.
El maestro Dogen dice en uno de sus principios:
“Vivir sobriamente y no apegarse a la comida ni a los vestidos”.

Aquí ahora, aunque sea por unos días, podemos vivir sobriamente. Sin malgastar nuestro tiempo. Sin perturbar la atmósfera ni la naturaleza. Sentarnos sobriamente, comer sobriamente, dormir sobriamente. Porque después cuando volvamos a nuestra familia, a nuestro trabajo, a nuestro círculo, algo de todo esto queda en nuestra médula, en nuestras células. Y se transporta y se transmite.

Normalmente deberíamos comer para alimentar nuestro cuerpo, para sostener nuestra salud. Vestirnos para abrigarnos, para protegernos del frío.
Pero no pocas veces solemos comer por gula y vestirnos para adornarnos. No hay nada de malo en ir a un buen restaurante, pedir un buen vino, una buena comida. No hay nada de malo en comprarse el último modelo en zapatillas. Pero en la medida en que nos corremos de esta sobriedad abrimos la puerta al sufrimiento.
Una de las cosas que me atrajo de esta práctica es su sencillez, su sobriedad y su simpleza. Vida simple, vida zen. El gesto justo en cada momento. Y entonces el gesto justo se transforma en la acción correcta. No abrigarse de más, no abrigarse de menos; no comer de más, no comer de menos; no dormir de más, no dormir de menos...

Estar con los otros, con el grupo, sin ser absorbidos por la masa. Estar con los otros sin perder el ojo que mira en la propia naturaleza. Porque, si bien cada uno de nosotros es diferente, los otros no están separados de ti. Esencialmente todos tenemos los mismos problemas, los mismos dolores. Pueden manifestarse de formas diferentes y en diferentes partes del cuerpo o del espíritu, pero básicamente es lo mismo.


Esta es nuestra oportunidad.

Si vinimos con ilusiones es mejor dejarlas caer. Y simplemente quedarnos aquí en donde estamos ahora.
Vivir y disfrutar completamente este momento. Sin prejuicios. Simplemente quedarnos aquí y dejar que la onda de la Sesshin nos transporte. Es la mejor forma de abandonar el egoísmo.
Los últimos años de su vida el maestro Kodo Sawaki vivió en un pequeño templo, en la montaña, que se llama Antai-ji. Finalmente estuvo muy enfermo, lo internaron y murió. Murió en 1965, por lo tanto es un maestro de nuestras generaciones, de nuestro tiempo.
Cuando Sawaki murió, en ese Antai-ji hicieron una Sesshin de 49 días. Cuarenta y nueve días dedicados exclusivamente a zazen. Dedicados a estar en contacto con la propia naturaleza. Ese fue el mejor homenaje que se le puede hacer a un maestro.
Porque ese fue el legado del maestro Sawaki: zazen por zazen. Nada especial, pero un gran regalo.

Aquí nosotros tenemos una Sesshin cada mes. No son muy largas. Tampoco son cortas y no matan a nadie. Pero con esto seguimos a los grandes maestros. Con esto abrimos la puerta a la oportunidad de tener una vida sobria, equilibrada y armoniosa. Y cuando se habla de equilibrio y armonía no se habla de una vida Walt Disney. Se habla de una vida donde se armonizan lo bueno y lo malo, lo lindo y lo feo, el sufrimiento y las alegrías. Dar un salto e ir más allá de todo esto.

Esta simplicidad de nuestra práctica la acerca a nuestra vida humana. Es muy simple y sencilla. Clara y simple como un vaso de agua. Requiere de nosotros tener sed. Y cada uno ha de beber con su propia boca, con su propio estómago.

Estos pocos días dedicados a la práctica es un gran regalo de los maestros. Tenemos que aprovecharlos y beber con esta boca, sentarnos con este cuerpo.

Sesshin (igual) Oportunidad. En la medida en que podamos aprovechar estas oportunidades, hacer este contacto esencial, nuestra vida presente y nuestra vida futura puede tomar un cariz completamente diferente.
(Se escuchan sonidos que llegan de una obra vecina)

El martillo, el clavo. ¿Quién produce el sonido? El ave, en lo alto del árbol, no se molesta por la sierra eléctrica. No se molesta con nuestra presencia. Todo se armoniza perfectamente.

Mira en tu propia naturaleza.

En este instante la armonía aparece.
Deja de luchar.
Deja de resistir.
Simplemente suéltalo.

Estás aquí. Quédate aquí y no pienses que el tesoro está en una caja fuerte. El verdadero tesoro, la verdadera joya preciosa está aquí, exactamente aquí ahora. En ninguna otra parte.
Suéltalo.
Una respiración.
Suéltalo.

1 comentario: